La capital aragonesa presume de un amplio legado histórico y una gran herencia cultural que se remonta siglos en el pasado. Algo que se pone en evidencia al pasear por sus calles, repletas de edificios, monumentos y vestigios históricos. Pero también en los usos y costumbres, y en las tradiciones que las gentes del lugar conservan y protegen como un patrimonio singular que se transmite de generación en generación.

Una de esas tradiciones es el disfrute del chocolate; Zaragoza fue la primera ciudad del Viejo Continente en conocer las bondades del cacao, uno de los descubrimientos que los exploradores trajeron del nuevo mundo. La historia cuenta que Fray Jerónimo Aguilar, miembro de la expedición de Vasco Núñez de Balboa a México, descubrió luego del naufragio de su barco la bebida del chocolate en la península del Yucatán y, una vez rescatado por Hernán Cortés, envió al abad del Monasterio de Piedra en Calatayud, Fray Antonio de Alvarado, las primeras jícaras de chocolate para que las cocinara. Corría el año 1534 y el chocolate, en aquella época preparado aún exclusivamente como bebida, había llegado a Europa para quedarse.

Aquella primera receta de Fray Antonio dio inicio a una tradición que, casi quinientos años más tarde, tiene una gran importancia en la ciudad. Encantados con aquel nuevo sabor, el pueblo zaragozano acudía cada vez con más asiduidad a visitar a los monjes cistercienses que custodiaban la valiosa receta. Con el tiempo, Zaragoza se convertiría en un lugar de peregrinación obligado para todo amante del chocolate, y aún hoy lo sigue siendo.

De hecho, el Monasterio de Piedra alberga hoy un Museo del Chocolate, en el que se puede hacer un recorrido por la historia de este delicioso alimento a la vez que se visita la misma cocina en la que, por primera vez, se preparó a este lado del Atlántico. Por supuesto, no es el único lugar dedicado al chocolate en la ciudad: son incontables las chocolaterías, reposterías, tiendas y otros establecimientos que ofrecen infinitas formas distintas de disfrutar de este manjar.

Por ello, perderse por Zaragoza buscando nuevas experiencias chocolateras siempre es un plan magnífico. Los que se apunten no pueden dejar de adquirir en las Oficinas de Turismo su Chocopass, un bono que permite saborear cinco especialidades a elegir entre más de 20 establecimientos colaboradores.

¡Ven a conocer el lado más dulce de Zaragoza!